Hoy es uno de esos días que quedan marcados para la historia.
Es una forma de hablar porque hay días que duran semanas como el caso del ataque perpetrado de Irán sobre Israel el pasado sábado y, que en realidad es una continuidad en una insoportable escalada de tensión.
Cómo siempre es necesaria, también es urgente y conveniente que todas las voces con algún tipo de poder y responsabilidad internacional pongan toda la atención y los esfuerzos en generar el entorno necesario que forje una paz real y duradera.
Se puede y se debe.
A nadie escapa que este objetivo requiere de diálogo, consenso y mucho tiempo de construcción de las normas y herramientas que claramente son necesarias atendiendo a los eventos de los últimos años.
No puede haber dudas sobre la necesidad de un inmediato freno sobre las actividades bélicas alrededor del mundo. No puede haber ni un minuto más de guerra sin culpables sobre muertos y víctimas. No puede haber una egolatría de delirios justificados en religiones o ideologías porque son siempre unos pocos los fanáticos y, son siempre la gran mayoría de personas las buenas que conviven en paz independientemente de la religión que procesen o su relación con la espiritualidad.
Irán no puede atacar más.
Israel tiene que frenar su hostilidad sobre indefensos.
No se puede olvidar ni a los sirios, ni a los kurdos ni al resto de pueblos y conflictos.
Tampoco se puede esconder nadie bajo la suntuosidad de los grandes palacios. Me refiero a los líderes de los países más grandes del mundo porque son o serán ellos los culpables a ojos de la historia por callar y no clamar la paz con hechos y herramientas.
Respeto
Urge que todas las personas del mundo realicemos nuestro propio duelo frente a todos los miles de muertos y víctimas a modo de contrición dialéctica que no enmierde una dolorosa realidad.
No sólo para la región que hoy es noticia, sino también para otros muchos millones de personas que viven bajo un yugo de dictaduras pasadas de moda repletas de violencias. Sencillamente demuestran su propia incapacidad y su propia ilegitimidad al tener que implantarse desde la violencia y sin apoyo de la ética ni la razón.
Y confianza
Confío en la responsabilidad de los líderes políticos para conseguir los hitos prioritarios y consecuentes, siendo el primero como el inmediato e ineludible parar la guerra y la violencia que inicie el proceso de diálogo.
Seguramente lo mejor es continuar con una vida digna y normal como la principal arma de consecución de paz para la sociedad civil. Alejarse de fanatismos y concentrarse en las pequeñas y cercanas cosas que consigan con sus ejemplos ser grandes y globales para todos.
Juntos somos mejor.
Viva la Paz y el respeto para las personas, los pueblos, las religiones y el medioambiente.